Martín Morales Zempoalteca es un hombre proveniente de Tlaxcala, quien falleció en los atentados terroristas del 11 de septiembre, en Estados Unidos.
Una tarde fui a conocer a tu familia. Ya eras famoso por ser el único tlaxcalteca que falleció en los atentados terroristas del 11 de septiembre. Te llamabas Martín Morales Zempoalteca y tu nombre está bordado en una bandera de honor de los Estados Unidos porque un día como hoy, pero del año 2001 un grupo de 19 suicidas secuestraron cuatro aviones con todo y sus pasajeros. El plan que parece salido del guión de una película de acción, era estrellarlos con sus tanques llenos de combustible en lugares estratégicos donde más le doliera a la potencia mundial.
A tu familia los terroristas de Al Qaeda les pegó en el alma.
Era martes y tus padres estaban desayunando cuando alguien en bicicleta pedaleó rápidamente por las calles de tu natal Santa Catarina Ayometla para avisarles que algo grave estaba sucediendo en Estados Unidos.
Al prender el televisor doña Mauricia y don Crescencio vieron la imagen que está registrada en el cerebro de todos: en el corazón de la capital del mundo una de las Torres Gemelas se incendiaba, personas desesperadas se aventaban del rascacielos huyendo del fuego y veinte minutos después de contemplar el caos un segundo avión se estrelló contra el otro edificio.
El tercer ataque contra el Pentágono no era importante para tus padres. Tu hermana Glafira recuerda aquella sensación de los primeros momentos de implorarle a Dios un milagro: que ese día te hubieras quedado dormido o que el tren que te llevaba al trabajo se hubiera retrasado. No fue así.
Llegaste a tiempo a cocinar en el restaurante La Ventana del Mundo que explotó contigo y cientos de personas en el piso 107. El lugar de ensueño que era utilizado para ocasiones especiales como pedir matrimonio o impresionar a un cliente se convirtió en una estridente escena de escombros y polvo.
La tarde que conocí a tu familia me impactó la enorme bandera estadounidense que está en la sala encima de un sofá cubierto del típico zarape mexicano bordado en hilos multicolor. En las barras rojas y blancas se leen los nombres de las personas asesinadas el 11 de septiembre. Tu familia también guarda una cruz que les dio el gobierno de Estados Unidos hecha con los materiales extraídos de los restos de las torres gemelas.
Doña Mauricia accedió a recibirnos en casa para honrar tu memoria porque cuando platica de ti siempre dice que eras buena persona. Ahora ella tiene un nuevo dolor porque uno de tus hermanos falleció a causa del covid-19.
Has de saber que ella ya casi no escucha, pero nos las arreglamos poniendo en sus oídos un manos libres y llamarla por celular a pesar de estar sentadas en la misma sala frente a la bandera con tu nombre.
–Yo siempre renegaba y le decía a Dios, ¿pero por qué Dios mío, por qué me has castigado de esa manera?, ¡Mi hijo no es malo, mi hijo es bueno!
Mientras abraza un retrato familiar en color sepia donde apareces de niño, tu madre me cuenta que naciste el 23 de febrero de 1979 y que eres el hijo menor de una familia de 11 hermanos.
Ella recuerda bien que no quería que te fueras, pero sabes que eres necio y decías que no tenías cabeza para el bachillerato e insististe hasta que lograste irte. Ahora una y otra vez tu madre repite que tu sueño era grande, en sus palabras se percibe que te admira.
Tu hermano Delfino me cuenta que el sueño al que se refiere doña Mauricia es que fuiste a Estados Unidos con la idea de hacer dinero rápido, regresar a Tlaxcala y dedicarte al taller de costura que pondrías con los dólares y que según tus planes se convertiría en una exitosa maquiladora que exportaría ropa. Aún no tenían el nombre de la empresa, pero ahora ya no importa porque después de tres años y dos meses de trabajar duro para alcanzar tu meta, la desgracia cayó en los Morales Zempoalteca y te mataron los terroristas.
–Lo único que nos dieron fue tantita tierra, ese lo tiene hijo allá en Nueva York en una urna, pero no encontramos restos, nadie, nada. Hubo un señor de Matamoros que sí encontraron una pierna, dice tu madre todavía no muy resignada.
Pero Martín no te preocupes que tus hermanos dicen que los nietos y bisnietos han ayudado a apapachar el corazón de tu madre.
Ella recuerda con cariño que con el dinero que le mandaste para que comiera decidió seguir “viviendo a lo pobre” y guardarlo para comprar el terreno donde pondrían el taller de costura. Ahora a 20 años de tu partida la maquiladora quedó inconclusa, terminó en una idea que no fue por la maldad de unos terroristas que le quitaron la vida a 2 mil 753 personas en las Torres Gemelas, a 184 en Washington cuando uno de los aviones se estrelló en un edificio del Pentágono y a 40 pasajeros de un avión que terminó estrellado contra un campo sin que conozcamos cuál era el blanco.
¿Sabes? La gente de la oficina forense de Nueva York sigue trabajando a pesar del paso de los años y esta semana dieron a conocer que reconocieron a dos víctimas más. Una de ellas permanece en anonimato a petición de su familia y la otra es Dorothy Morgan. Seguro que el nombre no te dice nada porque ella trabajaba en el piso 92 en una compañía aseguradora.
Martín lo último que quiero contarte es que hoy en la ceremonia por el veinte aniversario del 11-S, tu sobrina Lupita que vive en Nueva York va a ser una de las jóvenes que lea parte de los nombres de las personas que como tú ya no están en este mundo. Está contenta porque dirá orgullosa el nombre de su tío, Martín Morales Zempoalteca, un migrante tlaxcalteca que murió luchando por sus sueños.