El microclima y la calidad del suelo, aunado a los cuidados del INAH, han sido fundamentales en la conservación del Gran Basamento y los murales
Desde 1975, cuando pobladores de San Miguel del Milagro descubrieron el montículo de la Zona Arqueológica de Cacaxtla, construida sobre una loma que sobresale en el valle Tlaxcala-Puebla, el sitio ha sido área fértil para investigaciones arqueológicas enfocadas en el estudio de la sociedad que lo construyó, así como para los expertos que han asumido el reto de conservar sus murales, ubicados al norte y sur del recinto, los cuales le han dado fama mundial.
El próximo 13 de septiembre de 2023, a las 11:00 horas, a través del perfil en Facebook del sitio arqueológico, la Secretaría de Cultura federal, por medio del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), celebrará 48 años del descubrimiento de este sitio con el conversatorio “Entre pinturas y deidades”, en el que participarán las especialistas en conservación que atienden los murales, quienes compartirán sus experiencias con el público.
Posteriormente, el 17 de septiembre se realizará el tianguis cultural “Cacaxtla y las comunidades”, donde la gastronomía, talleres, danzas y artesanías darán cuenta del entorno que rodea al sitio patrimonial en la actualidad.
La titular de la Zona Arqueológica de Cacaxtla-Xochitécatl, Yajaira Mariana Gómez García, indica que, dentro de las particularidades del sitio, el microclima y la calidad del suelo han sido fundamentales para la conservación del basamento y de los murales.
Asimismo, destaca que la atención del INAH ha sido piedra angular para su preservación. Desde 2019, a través de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), realiza el Proyecto de Conservación de Bienes Culturales Muebles Asociados a Inmuebles Arqueológicos en la Región Centro Sur-Golfo de México, a cargo de las restauradoras Dulce María Grimaldi y Mónica Vargas, con apoyo del Centro INAH Tlaxcala, mediante la Sección de Conservación, la cual dirigen las restauradoras Ilsebil Alatiel de la Mora y Claudia Jazziel Lumbreras.
Como parte de los trabajos del proyecto, detalla la arqueóloga, se han analizado los componentes de los murales y constantemente se monitorea el estado de conservación de las pinturas, a fin de identificar posibles alteraciones, como puede ser la degradación del color.
Gómez García detalla que la zona arqueológica apoya a la CNCPC en la realización de análisis periódicos, con levantamientos trimestrales; se recaba la mayor información mediante la medición del grado de humedad, cuyos resultados se grafican y se envían a la CNCPC para su registro digital.
Durante julio de 2023, las cuatro restauradoras, acompañadas por el director del Centro INAH Tlaxcala, José Vicente de la Rosa Herrera, llevaron a cabo la revisión normativa para diagnosticar el estado de conservación de las pinturas, a fin de tener los argumentos científicos y los datos duros de que las pinturas están estables.
Además del monitoreo, en temporadas cortas de revisión, se realizó el diagnóstico de rutina, a partir del registro de las condiciones de humedad, salitre o figuras ligeras, con el objetivo de recurrir, si es necesario, a intervenciones menores, como lo hacen también en Cholula, Oaxaca y El Tajín, dentro del proyecto de la región centro-sur.
Las pruebas recabadas en semanas anteriores y que están en el laboratorio darán resultados preliminares más específicos en octubre o noviembre próximos, a partir de los cuales se determinarán las acciones a seguir, enfocadas en evitar el deterioro de los murales, más aún con los cambios climáticos que presenta el planeta.
La arqueóloga Gómez García recalca que, pese a que el microclima se mantiene y resguarda bien los murales, los cambios climáticos pueden afectar, caso particular de la temporada de lluvias, que este año se ha presentado con torrenciales que provocan mayor humedad, por lo que las especialistas están pendientes de posibles goteras.
Otro factor que significaría riesgo para la arquitectura prehispánica expuesta sería la ceniza volcánica. Yajaira Gómez García asegura que aunque esta no afecta los murales, “alerta más por la acumulación en los ductos de la techumbre del Gran Basamento; con la humedad se solidifica y crea una especie de cemento que tapa las bajadas de agua, por lo que se revisan cada dos semanas y, de haber fumarolas, se hace cada semana, aunque el viento tenga dirección hacia Estado de México”, finaliza.
Las tareas de conservación de las pinturas de Cacaxtla, consideradas de las más importantes del arte mural prehispánico, son primordiales para el INAH. Su hallazgo, las labores de conservación y su historia son parte de la vida pasada y presente de la comunidad de Nativitas y de Tlaxcala.