Cuando Hernán Cortés aterrizó en las cercanías de México en 1519, rápidamente comenzó a causar problemas a los aztecas al explotar la precaria política de la región.
Primero llevó al descontento pueblo totonaca a la rebelión contra Moctezuma II y luego marchó tierra adentro para encontrarse con los tlaxcaltecas, acérrimos rivales de los aztecas.
Los tlaxcaltecas primero tomaron a Hernán Cortés como un invasor hostil y respondieron a su presencia en su tierra con fuerza.
Sin embargo, después de varias batallas, Cortés logró entablar negociaciones con los tlaxcaltecas y formó con ellos una alianza que eventualmente derrocaría al Imperio Azteca.
Mientras los españoles se alojaban en Tlaxcala, los lugareños le dieron a Cortés y a sus oficiales mujeres para casarse, comida para comer y abundante información de inteligencia, que abarcaba temas como las formaciones militares aztecas, el trazado de Tenochtitlan (Ciudad de México) y una explicación del sistema de suministro de agua de Montezuma.
Como los tlaxcaltecas estaban tan dispuestos a compartir, también obsequiaron a los españoles con algunas de sus curiosidades locales.
Una de esas exhibiciones fue un conjunto de huesos enormes que se mostraron a los exploradores. Bernal Díaz del Castillo, miembro de la expedición de Hernán Cortés, describió la reacción española a los enormes restos o fósiles:
Para mostrarnos cuán grandes habían sido estos gigantes, nos trajeron el hueso de la pierna de uno, que era muy grueso y de la altura de un hombre de tamaño normal, y era un hueso de la pierna desde la cadera hasta la rodilla. Me medí contra él, y era tan alto como yo, aunque tengo una altura razonable ... Todos estábamos asombrados por la vista de estos huesos y tuvimos la certeza de que debía haber gigantes en esa tierra. Y Cortés dijo que debíamos enviar el hueso de la pierna a Castilla para que Su Majestad lo viera, lo que hicimos con los primeros agentes que fueron allí
(La conquista de la Nueva España, Capítulo 78).
Según Bernal Díaz, los tlaxcaltecas tenían una explicación folclórica para los huesos gigantes. La historia nativa supuestamente se alineó con la propia impresión de los españoles de que los huesos pertenecían a un grupo extinto de enormes humanoides. La tradición tlaxcalteca, afirmó Bernal Díaz, hablaba de una raza malvada de gigantes que vivieron en la región en el pasado distante. Se dice que los antepasados de los tlaxcaltecas hicieron la guerra contra los gigantes y finalmente llevaron a las criaturas a la extinción.