De octubre a diciembre de 1918, el virus de la influenza
ingresó al estado de Tlaxcala, causando miles de enfermos y centenares de defunciones entre hombres y mujeres de todas las edades y condiciones sociales. Ante una situación de contaminación generalizada, la población buscó en la medicina tradicional y alopática el “remedio” o receta facultativa que los curara de ese mal.
Para entonces, los efectos de la influenza se hicieron sentir durante el otoño de ese año, de octubre a noviembre, cuando se registraron los primeros casos de enfermos y defunciones en la entidad.
En Tlaxcala murieron un total de 9 448 personas; 4 208 hombres y 5 240 mujeres, en general, se reporta que el número de víctimas mujeres excede al de los hombres: continúa en aumento la mortalidad, correspondiendo a la mujeres el 60% de defunciones. Está muriendo la totalidad de las señoras jóvenes que enferman.
Ante tales circunstancias, las autoridades del Estado promovieron entre la población diferentes medidas sanitarias, que estuvieron enfocadas sobre todo al aseo y desinfección de casas y lugares públicos.
Después del incremento de enfermos y difuntos en la entidad, partir del 29 de octubre, se ordenó la clausura temporal de los templos católicos a fin de impedir la propagación de la epidemia. Ante esto, por una parte, los fieles católicos pidieron a las autoridades gubernamentales les permitieran la apertura de las iglesias y la realización de procesiones y, por otra, algunos gobiernos municipales y curas católicos violaron la Constitución cuando permitieron o propiciaron procesiones en la vía pública.
Algo parecido se aplicó en el caso de los cementerios, y en las fechas de los fieles difuntos se prohibió visitar y adornar tumbas, pues existía la indicación de que durante esos días los panteones solo estarían abiertos para los sepelios.
Algunos centros de diversión también fueron clausurados temporalmente con el objeto de evitar la reunión de la gente.
También algunas escuelas suspendieron clases debido a que los alumnos y maestros se contagiaron de gripe, como sucedió en los municipios de Ixtacuixtla y Huamantla.
Todas estas instrucciones se dieron a conocer a la población tlaxcalteca mediante avisos que se mandaron a fijar en las puertas de las casas y en las habitaciones de los enfermos y forman parte de esta muestra.
Respecto al consumo de medicamentos en la sociedad tlaxcalteca podemos decir que las curanderas y los curanderos que vivían en las comunidades recetaban los remedios tradicionales y, los médicos que atendían en los consultorios y
en los hospitales públicos, suministraban la medicina alopática u homeopática. Ambas alternativas de curación reafirmaron la existencia de grupos privilegiados y no privilegiados; los curanderos(as) atendieron a los enfermos de escasos recursos económicos y los médicos curaron a los de la clase acomodada y media.