En 1860 el entonces Gobernador de Tlaxcala, Luis León decidió su edificación del magno puente.
En 1889 comenzó a construirse un puente para sustituir al anteriormente conocido como "Progreso", hecho de madera, que había sido destruido por las crecidas del río Zahuapan ese año.
Pero fue fue hasta enero de 1889 cuando el Gobernador Próspero Cahuantzi convino con una empresa inglesa la construcción del mismo, para que finalmente iniciara su funcionamiento un año después.
El nuevo puente debía concluirse lo más pronto posible, pero una fuerte temporada de lluvias –aunada a la serie de errores en el embarque desde Inglaterra– retardaron su armado completo para 1890.
Su cimentación fue necesaria debido a que el Río Zahuapan dificultaba, en tiempo de lluvias, el tránsito de personas y mercancías entre la ciudad y comunidades aledañas.
Sinónimo de modernidad de la época, el Puente Rojo fue concebido para tener una vida larga, tal y como puede constatarse a través de sus 130 años de permanencia en la ciudad de Tlaxcala.