El espacio fundado en 1971 por Mauricio Achar, que revolucionó la industria al abrir el espacio a los clientes, tener cafetería y actividades culturales, cerrará sus puertas por razones económicas.
La emblemática librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo 134, en Chimalistac, que fundara en 1971 Mauricio Achar, cerrará sus puertas en unos días. Si desde hace unos años era conocida ya como Gandhi Oportunidades y estaba dedicada a la venta de libros, discos y películas de saldos, vive sus últimos días y ha puesto su acervo a remate.
La primera de una cadena que hoy llega a 44 sucursales, cerrará sus puertas por razones económicas, aseguraron a EL UNIVERSAL fuentes cercanas a esta cadena librera que dirige Alberto Achar, sobrino de Don Mauricio, el hombre que en los 70 revolucionó la industria al abrir los acervos a los clientes y acompañar la librería de una cafetería en el mezanine.
El local de la librería original medía unos 150 metros cuadrados y estaba ubicado en Miguel Ángel de Quevedo 128, al sur de la ciudad de México, junto a una escuela de karate, una dulcería y una zapatería; era una librería pequeña pero allí además de la cafetería también se desarrollaron las primeras actividades culturales (funciones de cine, teatro, música, etc.) que fueron una característica de Gandhi en los años posteriores.
Hoy existen más de 44 Librerías Gandhi (21 en la Ciudad de México y 23 en el interior de la República. Además, hay Librerías Gandhi en Palacio de Hierro y Walmart Supercenters. Y es una de las cadenas más importantes de librerías profesionales de México, y una de las más importantes de América Latina.
En redes sociales ya circula la noticia del cierre de esta mítica librería que durante muchos años fue punto de encuentro de intelectuales; entre los editores ya circula la noticia del cierre del espacio, y una fuente de la propia cadena confirmó la noticia.
Con el cierre de este espacio se cierra un capítulo en la historia de este espacio que ideó Mauricio Achar, el librero que quería un lugar en donde la gente pudiera tocar los libros, leerlos y convivir con los intelectuales. Cuenta la historia que Mauricio Achar viajaba a todas las ferias del libro para obtener ejemplares únicos a bajos precios y venderlos en ese espacio que poco a poco se convirtió en un lugar único.