El dinero de la anciana fue usado para pagar una hipoteca y para mantener a su familia, quien siguió cobrándolo durante más de una década y media
Nadie había visto a Glenora Reckord en los últimos 16 años; sin embargo, seguía cobrando sus cheques de seguridad. Una casualidad y los problemas económicos de su familia fueron los que permitieron que se descubriera que la anciana había muerto y se encontraba en un refrigerador desde entonces.
En 2004, la mujer, que en este momento tendría 97 años de edad, murió. Su fallecimiento significaba para sus familiares, además del gasto de la ceremonia luctuosa, la pérdida de un recurso del gobierno que usaban para alimentarse.
Por esto, Cynthia Black, su nieta, decidió meter los restos de la anciana dentro de un congelador que tenía en el sótano y ocultar a todos lo ocurrido con la mujer que vivía en Estados Unidos.
La familia pagó parte de la hipoteca que debían y se mudó a Pensilvania, Estados Unidos. Dentro de las cosas de la mudanza iba el cuerpo de la anciana dentro del refrigerador.
El plan de la nieta era notificar el fallecimiento de la mujer, pero en su nueva casa también tuvo problemas económicos, por lo que decidió continuar con la estafa.
La falta de dinero para los Black volvió a ocasionar una crisis que llevó a las autoridades a poner este nuevo domicilio en una ejecución hipotecaria.
Durante la visita de dos mujeres que pretendían comprar la casa, éstas se encontraron con el congelador, el cual abrieron por curiosidad.
Dentro de él encontraron el cadáver congelado, por lo que salieron del hogar y notificaron lo encontrado a las autoridades.
Cynthia fue arrestada y los restos dentro del electrodoméstico sometidos a una prueba de adn, donde se determinó que pertenecían a la anciana.
El dinero de la anciana fue usado para pagar una hipoteca y para mantener a su familia, quien siguió cobrándolo durante más de una década y media