“Cuando pintes hazlo con tu convicción, siente lo que haces,
tú debes comprometerte con tu obra porque si no lo haces, los demás la criticarán”. Desiderio Hernández Xochitiotzin
Creador de uno de los murales más bellos de México por su colorido, detalle y magnitud, lo llamaron el Último Gran Muralista. Su pasión fue el arte.
Su legado fueron los murales del Palacio de Gobierno del estado de Tlaxcala. Desiderio Hernández Xochitiotzin nació el 11 de febrero de 1922, en el barrio de Santa María Tlacatecpac del pueblo de Contla, Tlaxcala; se formó en la Academia de Bellas Artes de la ciudad de Puebla, sus grandes influencias fueron José Guadalupe Posada, Agustín Arrieta, Francisco Goitia y, en particular, estudió las obras de Diego Rivera.
Existe un recorrido de casi 500 metros en los que se narra la historia del nacimiento de México, desde la llegada de los españoles, la conquista de Tenochtitlán y la alianza hispano-tlaxcalteca, además de lo que fue la vida prehispánica en un tianguis que en la actualidad se conoce como Tlaxcala. Una historia contada a través de un mural con hermosos detalles artísticos y culturales; una maravilla que nos ha legado Desiderio Hernández, quien perteneció a la segunda generación de los grandes muralistas del siglo XX y dejó su obra principal en el Palacio de Gobierno.
Los temas que este último muralista trató en sus obras a lo largo de su trayectoria fueron: la historia, las fiestas tradicionales y los carnavales, pero se especializó en la historia de Tlaxcala y la conquista de nuestro país. Viajó a Europa con el fin de obtener datos sobre el nacimiento de México, ya que en febrero de 1957 el gobernador en turno le pidió que pintara un mural en lo que ahora es el Palacio, y en él debía explicar porqué Tlaxcala no fue un Estado traidor, debido a la alianza entre españoles y tlaxcaltecas; conocido también como el encuentro de culturas con la finalidad de derrotar a los mexicas, hecho que culminó en la conquista de México y el inicio de la época colonial, territorio llamado anteriormente como "Tlaxcallan", la cuna de la nación.
De esta manera, Desiderio tenía el deber de reivindicar la historia de un pueblo valiente y enemigo acérrimo de los mexicas, incluso antes de la intervención española. Pintar la verdad sobre este acontecimiento y plasmar las circunstancias que dieron paso al inicio de la historia de lo que hoy conocemos como territorio mexicano.
La primera etapa del proyecto de los murales tardó casi 10 años, durante los cuales el autor investigó, diseñó, realizó bocetos, preparó muros y concluyó los primeros 285 metros cuadrados del mural, correspondientes a la planta baja del edificio. Posteriormente, de 1967 a 1968, el maestro Xochitiotzin elaboró “La Conquista”. En las siguientes dos décadas, a partir de 1987, inició “El Siglo de Oro tlaxcalteca”, uno de los más bellos del arte mexicano del siglo XX, localizado en la escalera monumental, éste fue muy importante para el artista, pues debía representar la verdadera historia del nacimiento de México.
En el muro sur de la escalera, comenzó a plasmar en 1990 el “Mural del siglo de las luces al porfirismo de Tlaxcala y México”.
Una de las curiosidades que el artista reveló fue que entre los personajes que se muestran en estos muros hay gente que él conocía, como la imagen de Beatriz Paredes, sus hijos, nietos y su amada esposa, aparecen en algunas de las escenas, además de su autorretrato y uno de sus albañiles; estas características fueron muestra de la sencillez y humildad que el artista tuvo a pesar de ser reconocido a nivel mundial.
Don Desiderio, como la gente lo llamaba, fue un gran personaje y excronista en su ciudad natal, además tuvo relación con los jóvenes artistas que iniciaban y seguían sus pasos como pintores. Su hogar siempre estuvo lleno de personajes importantes y de amigos, incluso extranjeros, y los recibía con calidez, junto con sus hijos y su esposa Lilia Ortega de Xochitiotzin, “la negra“, como él solía nombrarle.
Después de una larga enfermedad ocasionada por una falla renal aún se mantuvo activo, y siguió con sus estudios de Historia para la realización de la última etapa de los murales del Palacio de Gobierno; sin embargo, no pudo finalizarla y su hijo continuó con el trabajo mientras recibía la asesoría de su padre.
En palabras de su hijo Cuahutlatohuac: “mi padre pintó los murales del Palacio de Gobierno su vida entera, no tuvo ayudantes, lo hizo él solo. Y sé que pasaba frío, algunas veces le llevaba sus guantes a los que les había cortado los dedos para así no perder sensibilidad al pintar. A veces llamaba pidiendo un suéter extra o se metía dentro de la espalda un papel de estraza para mantenerse caliente”. (1)
El Último Gran Muralista falleció el 14 de septiembre de 2007 a la edad de 85 años, víctima de un paro respiratorio. Gracias a su enorme trabajo y dedicación, podemos visitar Tlaxcala —a tan sólo unas horas de la CDMX— para apreciar su técnica, arte y amor por la historia del estado que lo vio nacer plasmados en su murales.