Crean política contra la apología de los capos y van por mecanismos para evitar que registren sus marcas.
El decálogo sobre la estrategia del gobierno federal contra la inseguridad pública contempla el “no empoderamiento social y mediático de la delincuencia organizada”.
Esto quiere decir que la administración de López Obrador decidió ya no exhibir ni publicitar a grandes capos después de ser arrestados. Mucho menos hablar de su estilo de vida ni de la facilidad con la que hacen dinero.
Desde el arranque de este gobierno, las autoridades se dieron cuenta de que publicitar eso no tenía ningún sentido, porque no provocaba una sensación de escarmiento para nadie.
Por el contrario, hablar de “la vida y obra” de los barones del narcotráfico terminó por convertirlos en héroes.
Sus historias son fuente de inspiración para series de televisión, películas y corridos. Se convirtieron en modelos a seguir por hombres y jóvenes, mujeres y niños que imitan sus atuendos y su estilo de vida
Durante décadas, los gobiernos del PRI y del PAN hicieron apología de los capos de la droga, tal vez sin proponérselo. Generaron en el imaginario colectivo la sensación de que cualquier “campesino”, venido de la sierra de Sinaloa, sin haber concluido la educación básica, podría convertirse en el amo y señor hasta de los cielos.
Muchos de esos “hombres” están muertos o en la cárcel, pero no han dejado de explotar la imagen de “héroes” que les ayudó a construir el sistema.
Cómo estará de cabeza el mundo que familiares de estos personajes, y ellos mismos, algunos desde prisión, hicieron trámites para registrar sus nombres o apodos como marcas, y evitar que alguien pueda explotarlos con cualquier fin, sobre todo comercialmente.
Está de no creerse, pero es real. Un verdadero descaro, me dijo un alto funcionario del gobierno. Esos personajes quieren seguir en la impunidad, pero en el tema de las marcas, el gobierno prepara cambios legales para evitar que cualquier persona física o moral, bajo proceso judicial o sentenciado, pueda registrarlas. Y ya entrados en gastos, ya cerraron cualquier posibilidad de que se conozcan sus hazañas, mediante la política del “no empoderamiento social y mediático de la delincuencia organizada”.
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El famoso etiquetado de alimentos, para prevenir enfermedades como la obesidad, ha resultado un fracaso.
Tan mal le fue a la 4T en este tema que, en una de las reuniones de gabinete, funcionarios de Salud acordaron iniciar una campaña en contra de la obesidad.
“Obligarán” a los empleados del sector a caminar 20 minutos diarios, medida que piensan hacer obligatoria en todos los sectores del gobierno, me dijo un funcionario. Pero lo que están haciendo es un mea culpa, un reconocimiento de que fracasó la idea del etiquetado, propuesta que surgió de la Secretaría de Salud, encabezada por Jorge Alcocer.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Al perro que tiene dinero, se le dice, Señor Perro”.