La batalla contra los Tlaxcaltecas
Popularmente se ha considerado que los tlaxcaltecas fueron desde el principio uno de los aliados más fieles de Hernán Cortés.
Ello representaría que, desde su primer encuentro, los tlaxcaltecas simplemente reconocieron a Cortés como un aliado sin ningún tipo de reparo, sin embargo, en la realidad veremos cómo algunas fuentes narran enfrentamientos bélicos previos antes de llegar al acuerdo final.
Debemos antes conocer los antecedentes políticos y militares que enfrentaron a mexicas y tlaxcaltecas. Las fuentes son claras en establecer fuertes rivalidades entre ambos grupos. Más allá de las intrincadas discusiones que hay sobre la Guerra Florida -en la que se observan los conflictos pactados entre Tenochtitlan y Tlaxcala, y por lo menos otros cinco señoríos más de la región poblano-tlaxcalteca- podemos ver que, en los contextos de las guerras totales de conquista, los tlaxcaltecas jugaban papeles bastante agresivos contra Tenochtitlan.
Se tiene noticia en las fuentes literarias que, aunque no tenían guerras convencionales directas contra Tenochtitlan, sí promovían conflictos y rebeliones que finalmente eran molestos para dicha ciudad y su infraestructura.
Los pasajes donde se aprecia está clara rivalidad son variados, por lo que no sorprende la alianza entre tlaxcaltecas e hispanos, no sin antes hacer frente y considerarlos hostiles. Sabemos que quienes recomendaron a los hispanos ir a Tlaxcala fueron los totonacos de Cempoala, quienes brindaron a Cortés un nutrido grupo de apoyo, entre los que se encuentran los tamemes o cargadores que, de acuerdo con Bernal Díaz, les apoyaron en llevar todos los pertrechos, entre los que se cuentan, “así lanzas, como escopetas y ballestas y rodelas y dodo otro género de ellas”. Algunos de los pueblos por donde pasó Cortes en su camino hacia Tlaxcala, les proporcionaron más auxiliares, lo que aumentaba a cada paso el grupo de aliados indígenas con lo que contaba el conquistador.
Cortés previo a su llegada a Tlaxcala, envía una avanzada de totonacos para conocer la situación en que podían ser recibidos, y en efecto, se advierte la idea de que “Tlaxcala estaba puesta en armas contra nosotros”.
En realidad, el señorío de Tlaxcala tenía un grupo de otomíes que estaban ocupando parte de su territorio y les servía de defensa para la entrada de su territorio ya que finalmente se encontraba en una suerte de “estado de guerra perpetuo” por sus enfrentamientos constantes con los mexicas y estar en defensiva constante.
Los hispanos los enfrentan en Tecóac, tema del que ya hablamos en otro documento de Noticonquista, es decir que de entrada Cortés y sus aliados indígenas tuvieron un primer conflicto con el señorío de Tlaxcala, indirectamente el día 2 de septiembre del año 1519.
Si bien este primer enfrentamiento termina, reiniciaron las hostilidades directamente con la gente de Tlaxcala. Autores como Bernal Díaz del Castillo dan la fecha de 5 de septiembre de 1519, cuando se lleva a cabo el enfrentamiento directo con los tlaxcaltecas, incluso otras fuentes extienden el conflicto hasta el 6 de septiembre.
Después de Tecóac y reponerse de las heridas, Cortés estuvo un tanto activo para prever la estrategia en caso de nuevas hostilidades con Tlaxcala. Se mandaba embajadas para evitar los enfrentamientos y las tropas se mantenía alertas para efectos de estar a la defensiva de cualquier operación enemiga. La respuesta de Xicotécatl a las embajadas de paz eran sin duda hostiles y retadoras. Un ejemplo son los espías que mandó Xicotécatl al campamento de los hispanos, los cuales fueron sorprendidos por Cortés y a quienes, según algunas fuentes les amputaron las manos enviándoselas al capitán tlaxcalteca como advertencia.
Dado lo inevitable de la batalla, Cortés preparó a sus tropas con lo que se desarrollaron planteamientos tácticos para enfrentar dicha calamidad, es decir, caballerías al frente, los de espada y rodela, ballesteros y arcabuceros listos para repeler los ataques en la retaguardia. Se hablan de tener las lanzas terciadas, es decir colocadas al brazo para acometer y alancear con el caballo. Del lado tlaxcalteca se habla de cuatrocientos efectivos, número evidentemente exagerado, quienes comenzaron a arrojar todo tipo de proyectiles, las infanterías acometían con macuahuitl y otros tipos de armas cuerpo a cuerpo que eran abatidos con tiros de arcabuz y ballestas.
Cabe destacar que la estrategia de Cortés era mantener el escuadro con formación cerrada y constantemente las tropas indígenas, a partir de choques frontales en varias ocasiones estuvieron a punto de romper las formaciones hispanas.
Es importante decir que al parecer existían algunas discordias al interior de los mandos tlaxcaltecas lo que impidió una mayor coordinación y apoyo en las batallas, probablemente esto le ayudó a Cortés para evitar ser destruido por completo, ya que algunas tropas de Tlaxcala no combatían dadas las rencillas mencionadas. El toque final fue cuando se abatió a un mando principal lo que hizo que las tropas tlaxcaltecas bajaran de ánimo dando por concluida la batalla.
Se mencionan las bajas hispanas y heridos entre los que se cuentan, caballos, a más de sesenta de infantería, y el mismo Bernal fue herido con una honda en la cabeza y una punta de proyectil en la pierna. Referente a los pocos casos de aliados indígenas se menciona la baja de tres indígenas. Las nuevas embajadas de paz enviadas por Cortés después de algunas escaramuzas más, terminaron con la consecuente alianza con los tlaxcaltecas que irá rindiendo frutos en las posteriores campañas de Hernán Cortés.