Hay vidas que están destinadas a encontrarse y complementarse a pesar de las adversidades que hacen parecer que todo es imposible.
Así es la conmovedora historia de Gisele, una bebé que nació prematura y fue abandonada, y Liz Smith, una enfermera que llevaba años intentando ser madre.
Según ha trascendido en medios de comunicación estadounidenses, los padres de la niña tenían problemas con el consumo de drogas y la pequeña desarrolló síndrome de abstinencia neonatal pues durante la gestación estuvo constantemente expuesta a los opiaceos. Por esta razón tardó más de cinco meses en ser dada de alta.
Sin embargo, durante todo el tiempo que pasó en el Hospital Franciscano de Niños en Brighton, Massachusetts, nunca recibió visitas. De esta triste situación se enteró Liz, que de inmediato decidió dedicar un tiempo cada día, fuera de su horario laboral, para estar con Gisele y brindarle un poco del amor que tanto necesitaba para fortalecerse.
Fue así que el vínculo comenzó a construirse hasta que la mujer, que estaba resignada a no ser madre tras probar sin éxito diversos tratamientos de fertilidad, decidió que quería adoptar a la bebé, a pesar de que ella siempre se había negado a tomar esta opción para formar una familia.
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Una vez que la pequeña salió del hospital, fue a vivir con Liz gracias a que obtuvo el permiso para brindarle un hogar temporal bajo la figura de cuidado y crianza mientras los trámites legales para la adopción se desarrollaban.
Cerca de un año y medio después de que esta familia se formó y vivió bajo un mismo techo, las leyes locales determinaron que los padres biológicos de Gisele no podían hacerse cargo de ella, e hicieron oficial el vínculo entre ella y Liz por medio de la adopción legal el pasado 18 de octubre.
“Después de 553 días de compartir nuestro amor y nuestro hogar, hoy compartimos nuestro apellido”
LIZ SMITH